1.16.2007

fluff

Es cierto que a veces una rosa es una rosa es una rosa. Hace algún tiempo imaginé que la habitación de mis sueños debía recordarme el aire, debía ser un espacio en el cual olvidarme de todo lo que me ata a la tierra, donde poder soñar, descansar, levitar si mis sueños me llevaran a ello. Pensaba en plumas, en la espuma del mar, en dientes de león (dandelions) dispersos por el aire. En sauces blancos, que en inglés tienen un nombre más hermoso: pussywillows; árboles tristes con ramas que parecen patitas de gatos blancos y mimosos, relamiéndose. El invierno pasado encontré un pussywillow en miniatura y esa divinura botánica inundó de paz mi habitación con sus brotes-patitas blancas y me regaló, más o menos en marzo, una sorprendente primavera. Fotografié sus flores-nubes lo mejor que pude. Me extendí contemplando su suave destemplar. Cambió la estación, y tuve que despedirlo en una casa que se tragó el pasado. Solo que hoy iba por el supermercado, ávida como la proverbial hormiga llenando de víveres la carretilla, cuando me di la vuelta y lo vi. Sin más significado ni más filosofía: qué alivio sentí, qué suerte tuve. Está de vuelta en casa.

1 comment:

Andy said...

That made me feel all warm and fuzzy inside :-)