¡Escándalo! ¿Quién habrá sido el infeliz anónimo? Recordé haberle hablado de este blog a un morenazo puertorriqueño que conocí regresando de Perú, un papi-promotor-musical con unos ojos preciosos y una labiaaaaa, que me dejó con gran inquietud por las alturas (y no las de Macchu Picchu), pero que aparte de mandarme un text message galante al llegar a los EU, desapareció del mapa.
Uy, pensé, basta de darle a leer mi diario íntimo a desconocidos (claro, porque usted, querido lector, es de la casa). Luego no se sabe quién mete las narices aquí. Yo queriendo pasar por alto, por supuesto, que (por admisión propia), fulano llegó aquí por azar, o como lo dijo más estrepitosamente, by accident.
Traté de ignorar la mala onda y sin embargo seguí dialogando con él. Pero no, quería decirle al grosero ciberlector – aparte de mentarle la madre – no entendés, también escribo en frida, y realmente soy una melancólica total, soy profunda y este blog, pues, pues es un paseo en el parque para mí, un poco de aire fresco ... O si no, de pronto quería decirle: ¿Ah, sí? Pues qué bien que mi vida te parezca una tontería, ¡esa es la idea!
Días después un amigo opinó que se transpira melancolía en estas páginas, y otro por ahí me habló del despecho (palabrota). Y hoy, hoy noto que hace más de un mes que Lola estaba calladita. ¿Será que la vida se me puso heavy, será que he perdido el sentido del humor, será...?
Nada. Lo que hay es lo que es, y lo que hay, querido lector, es lo siguiente. Te conocí en un bazar un sábado al mediodía y al que no le guste: no con-tro-les, no con-tro-les, no con-tro-les, no con-tro-les. Porque en estos días llega el otoño revolviendo nostalgias y lo que me provoca es escuchar a Flans, enamorarme de un fan que corre-corre-corre por el boulevard y que todo lo malo me resbale y se lo lleve el viento. He dicho.
Uy, pensé, basta de darle a leer mi diario íntimo a desconocidos (claro, porque usted, querido lector, es de la casa). Luego no se sabe quién mete las narices aquí. Yo queriendo pasar por alto, por supuesto, que (por admisión propia), fulano llegó aquí por azar, o como lo dijo más estrepitosamente, by accident.
Traté de ignorar la mala onda y sin embargo seguí dialogando con él. Pero no, quería decirle al grosero ciberlector – aparte de mentarle la madre – no entendés, también escribo en frida, y realmente soy una melancólica total, soy profunda y este blog, pues, pues es un paseo en el parque para mí, un poco de aire fresco ... O si no, de pronto quería decirle: ¿Ah, sí? Pues qué bien que mi vida te parezca una tontería, ¡esa es la idea!
Días después un amigo opinó que se transpira melancolía en estas páginas, y otro por ahí me habló del despecho (palabrota). Y hoy, hoy noto que hace más de un mes que Lola estaba calladita. ¿Será que la vida se me puso heavy, será que he perdido el sentido del humor, será...?
Nada. Lo que hay es lo que es, y lo que hay, querido lector, es lo siguiente. Te conocí en un bazar un sábado al mediodía y al que no le guste: no con-tro-les, no con-tro-les, no con-tro-les, no con-tro-les. Porque en estos días llega el otoño revolviendo nostalgias y lo que me provoca es escuchar a Flans, enamorarme de un fan que corre-corre-corre por el boulevard y que todo lo malo me resbale y se lo lleve el viento. He dicho.